miércoles, 26 de febrero de 2014

En el ruidoso silencio...

Tras pasar parte de la noche escuchado música y retrasando hasta el límite la hora de salida, me doy un corto y tranquilo paseo de camino a casa, con la mirada puesta en la pantalla del móvil y los dedos deslizándose por el teclado paro. Me percato de que éste es uno de esos momentos placenteros que nos regala la vida. El placer de la soledad, en ocasiones amarga y agobiante para unos, para mi resulta deliciosa y delicada... El ruido del silencio y la tranquilidad que trasmite me lleva a olvidar por segundos la zozobra del existir, ¡llamarme loco! Pero el sentirte vivo en medio de esta ausencia de todo me recuerda una canción (Europa, Carlos Santana). El punteo de una guitarra de blues haciéndome flotar en la melodía de una balada, sentimiento capaz de sacarme una sonrisa al pensar en ella, dulce y erótico anhelo de tenerla a milímetros de mi piel rozando con mis deseos su espalda, creyendo oír el ronroneo de su ternura acurrucándose junto a mi.



Y es que es verdad eso que dicen: soñar es gratis. Más aún cuando el silencio te induce entre pestañeada y pestañeada a creer que una noche brotara de mi una sonrisa en la oscuridad, porque ella estará ahí rompiendo el ruidoso silencio con su existir. 
                                                                                                                                    TRnegroni...

miércoles, 19 de febrero de 2014

Sonrisas...


Pese a todo, seguimos sonriendo; y es que resulta complicado, cuanto menos, el poder gesticular cualquier muestra facial de agrado con la que nos cae… Sin embargo, somos así y de vez en cuando nos gusta regalar una de esas tan saludables para algunos y escasas en mi caso sonrisas… 



Las hay de todos los tipos que seamos capaces de imaginar o, por lo menos, definir, algunas tan populares como la sonrisa fotográfica, esa que ponen las niñas monas cuando ven una cámara apuntarles y se les activa el modo foto en contrapicado para el Facebook enseñando hasta las cordales. Dependiendo de la hora, lugar y los embellecedores que lleven ingeridos, esta sonrisa puede dar pie a otra, como la sonrisa vergonzosa, en ocasiones ajena o propia si no es una cámara con lo que creen que les enfocan y tan solo es uno que está intentando coger cobertura. Seguramente en el mismo sitio y a la misma hora se produzca ese fenómeno idealizado y anhelado para muchos, el cortejo discotequero, ese que tiene como protagonista la sonrisa seductora, ya que somos avileños de miradas furtivas, de quiero y no puedo, de… que ataque él/ella que yo ya he mirado, pero que no se completa hasta que en medio de una explosión pirotécnica se esboza una sonrisa que nos dice: “Ven…”
También las hay menos agradables, diría yo incomodas de ver y más de sentir, pero qué le vamos hacer si es la sonrisa irónica la que nos sale al echar un vistazo a las portadas de la prensa, y leer cosas como que el paro en la villa ha bajado. Eso si, omitiendo los 10.000 abulenses que marcharon extramuros para buscasen la vida el año pasado. Recordando alguno de esos marchantes se nos pone sonrisa nostálgica.
Mirando entre nuestra fauna a diestra y siniestra vemos sonrisas a pares pero pocas tan gratificantes como la sonrisa cómplice, al ver esa persona con la que hemos tenido algo pero que siempre quedara en secreto, para que no digan nada las gentes de la villa, villa cosmopolita y amena donde las haya, tan amena como ese: “¡Hola, buenos días!”, proseguido de una sonrisa de bienvenida, cada vez más escasa entre los tenderos de intramuros. 
¡Ah! También está ésa que practicáis todos los días frente al espejo para sentiros seguros y confiados, el antídoto a todos vuestros males y complejos, la sonrisa de la confianza. Por si las moscas, no os olvidéis de lo más importante, sonreíros a vuestros mismos, el resto puede esperar…

TRnegroni…